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Abriéndonos al mundo.

Abriéndonos al mundo.


Por Fabricio Estrada. La alarma de las élites criollas de Honduras cuando se trata de abrir el país al mundo adquiere de vez en cuando una sensación de comedia. Y comedia fuera si de por medio no hubiera pasado tanta tragedia y frustración en el pueblo a causa de la insistencia de estas élites por aislarnos. Esta semana morazánica han puesto el grito en el cielo porque un mayor número de la población decidió salir en masa a turistear a El Salvador, Nicaragua y Guatemala (más de 50 mil hondureños y hondureñas) y “no dejaron el dinero en Honduras para lo que fue creada la semana de feriado”.

Esta misma rabieta se ha dado por la propuesta de Rixi Moncada de “abrir y democratizar nuestra economía” liberando a miles de la Central de Riesgos. Por otro lado, un sector retrógrada ha quedado vociferando ante la reconstrucción y modernización de los aeropuertos de San Pedro Sula y Roatán, e incluso, ante la modernización de las aduanas terrestres. Recordemos cuando Micheletti se atrevió a decir que Honduras no necesitaba del mundo para argumentar el aislamiento por el golpe de Estado.

Ya lo decía muy bien el francés Marcel D´Ans en su libro sobre nuestro país (Honduras: difícil emergencia de un estado, de una nación), que Honduras en realidad era el país más aislado de Centroamérica, tomando como ejemplo el que Honduras fuera el único país del istmo que no era atravesado por la carretera Panamericana, a excepción de un pequeño roce en el sur. Definámoslo de una vez: es hasta ahora, en el gobierno de Xiomara Castro, que se están dando los pasos estratégicos y estructurales para la gran apertura que necesitamos, construyendo carreteras esenciales para conectar, primero, el interior desmembrado del territorio, ampliando aeropuertos esenciales para el turismo y la proyección de nuestra población al mundo, disminuyendo dramáticamente la tasa de criminalidad y creando confianza financiera para el mayor envío de remesas desde el exterior.

Esta apertura es muy pero muy diferente a la del Honduras Open Business que pretendieron consolidar los golpistas mediante la entrega del territorio a través de las ZEDES y la concesión de tierras de pueblos ancestrales para los resorts en Tela, Trujillo, La Ceiba, Islas de la Bahía. Esta apertura no forzó fronteras mediante la expulsión de cientos de miles de hondureñas y hondureños que se fueron en caravana debido a la violencia y masacres de los carteles y el ahogo económico. Esta apertura, no desfondó INPREMA para construir el aeropuerto de Palmerola en un negocio redondo.

Que miles de turistas nacionales hayan aumentado en tres años su capacidad de movilización y elegido ir más allá de nuestro eterno confinamiento, dice mucho de la verdadera integración que por primera vez sucede con el resto de las rutas ciudadanas legales que hay en nuestro planeta. Dudo mucho de que toda esta marea humana que “ha visto mundo” quiera volver a repetir la experiencia de cultura y economía cerrada que propusieron por décadas las élites del bipartidismo. ¿Resorts solo para ricos extranjeros? ¿Circuitos cerrados chárter? ¿Préstamos de viaje solo para los mismos? ¿Carreteras que solo unían portones de haciendas privadas con piscinas a lo largo del territorio? En verdad lo dudo. Nuestra Gran Apertura se está haciendo realidad. El desarrollo integral por fin está iniciando su florecer, y en las maletas de viaje con stikers de Rixi Presidenta se asegura.

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